La tragedia del vuelo Iberia IB610 en el Monte Oiz, en España. Un trágico desenlace que encierra conspiración y encubrimiento en torno a ETA. 19 de Febrero de 1985. 141 pasajeros y 7 tripulantes. 148 ocupantes en total, todos fallecidos. Un Boeing 727-256, de Iberia Líneas Aéreas, prácticamente nuevo, con tan solo 5 años y 9 meses de antigüedad. Un avión bautizado como el «Alhambra de Granada». El fatídico vuelo IB610 entre Madrid y Bilbao. Se cumplen 40 años de la tragedia. Os lo cuento en mi artículo…
Jose Luís Patiño, el Capitán aristócrata fallecido en el Monte Oiz
José Luis Patiño y de Arróspide, alías “El Pato”, 15º vizconde de Perellós. Era primo de los Marqueses de Villanueva de las Torres, de los Condes de Sástago y de los Barones de Bétera. El Comandante al mando del avión Boeing 727 siniestrado, nacido en Madrid en 1933. Ingresó en Iberia el 19 de Marzo de 1966 tras haber volado en la línea aérea Spantax, donde entró tras su paso por la Academia General del Aire, donde se formó como piloto.

Durante la larga huelga de Junio de 1984, Patiño fue uno de los 10 pilotos sancionados por Iberia con el despido aunque, posteriormente, fue readmitido.
Patiño era un hombre grande y grueso. Tenía un carácter jovial y extrovertido pero muy exaltado y cambiante. Este detalle le hacía pasar de la euforia a la irascibilidad en tan solo un instante y le había dado fama de conflictivo. Este carácter exaltado le había causado diversos problemas profesionales durante los últimos años, con enfrentamientos públicos, como con su anterior Director de Operaciones.
En Iberia, comenzó a volar como copiloto en los Convair y después como copiloto en la flota de DC-8. Más tarde fue ascendido a Comandante, donde ejerció como tal en las flotas de Convair, DC-9 y Boeing 727. Hasta su expulsión de la compañía Iberia, Patiño sumaba 13.932 horas de vuelo. Por lo tanto, se podía considerar a Patiño como un piloto muy experimentado y capaz, aunque conflictivo en sus relaciones personales. También estaba considerado como uno de los mayores expertos en el siempre difícil Aeropuerto de Sondika, Bilbao (Vizcaya, País Vasco, España).
Despedido de Iberia y readmitido antes del accidente en el Monte Oiz
Durante la larga huelga de Junio de 1984, Patiño fue uno de los 10 pilotos sancionados por Iberia con el despido aunque, posteriormente, fue readmitido, al igual que el resto de sus compañeros, por la sentencia favorable de Magistratura.
El despido de Patiño, según consta en su expediente, se debió a agresiones a uno de los Comandantes que no quisieron sumarse a la huelga. Ese mismo carácter exaltado le llevó a tener un incidente en el interior del avión con un pasajero que quiso quejarse ante el Comandante del avión por un retraso que no había sido explicado.

Patiño iba al mando del avión Boeing 727, «Alhambra de Granada», el avión siniestrado. Ingresó en Iberia el 19 de Marzo de 1966
Patiño salió de la cabina y en lugar de dar las explicaciones solicitadas, se revolvió violentamente contra el pasajero. Según el periódico «El País», la muerte por cáncer de hígado de su hermano menor, Alfonso, 5 años antes del accidente, afectó mucho al Comandante Patiño.
Su hermano también era piloto de Iberia, volaba con él como copiloto y de alguna manera, le servía de freno a Patiño. Tras ser readmitido por Iberia, había realizado un curso de refresco y superado el control psicofísico del CIMA (Centro de Investigación de Medicina Aeroespacial) que deben pasar todos los piloto. Llevaba 50 horas volando hasta el día del accidente.
Al parecer, eran frecuentes sus estados de depresión, acentuados en los últimos tiempos, especialmente tras la huelga y expulsión de Iberia. 2 días antes del accidente, en una cena, comentó a un amigo íntimo que estaba atravesando una mala racha y que se encontraba muy deprimido y muy mal, aunque no llegó a explicar claramente los motivos.
Personalidades a bordo del Alhambra de Granada
Entre los muertos estaba Gregorio López-Bravo, antiguo Ministro de Industria y Asuntos Exteriores con Francisco Franco. Fue uno de los tecnócratas del Opus Dei, que sería miembro inicial de Alianza Popular. También a bordo, el Doctor José Ángel Portuondo, pionero de la fecundación «in vitro» y el empresario teatral y fundador de la cadena de cines Astoria, Julián Vinuesa.
Entre las víctimas de aquel vuelo destacaba, por ejemplo, el militar Gabriel Gómez de las Roces, hermano del antiguo Presidente de Aragón. También viajaban a bordo el Ministro de Trabajo de Bolivia, Gonzalo Guzmán, el Directivo de Vidrieras de Llodio, Isidoro Delclaux y Miguel Ángel Portillo, ex masajista del Rayo Vallecano.

De los 141 pasajeros y 7 tripulantes que viajaban en el avión, solo quedaron múltiples y diminutos restos distribuidos por todo el monte.
Salvaron la vida el que sería futuro Ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez y Marcos Vizcaya (Diputado del PNV) en aquella época porque renunciaron a última hora a embarcar. También salvaron su vida Lucía Saez-Benito y Fernando Pérez-Sauquillo, que habiendo comprado ese mismo vuelo, decidieron cambiar el billete en el último momento.
Así mismo, a bordo, había varios ejecutivos y altos funcionarios. Entre ellos, Roberto Albandor, Concejal de Euskadiko Ezkerra (EE) y Julián Feijoo, Ingeniero de Iberduero. También embarcaron Jordi Lluch, Agente de Cambio y Bolsa y asesor económico de la Generalitat, África Jaén, Presidenta del Fondo de Promoción de Empleo en Bilbao y Gonzalo García Anteló, representante del «Babcok Wilcox».
El accidente aéreo en el Monte Oiz
09:25h, el Boeing 727 descendía para realizar la maniobra de aterrizaje en el Aeropuerto de Bilbao. De repente, golpeó con su ala izquierda la antena de Euskal Telebista en el Monte Oiz. Tras el impacto, el Boeing 727 voló fuera de control a lo largo de 1 Km, se invirtió sobre su eje longitudinal y se estrelló contra el terreno. De esta manera, se deslizó en esa posición por la ladera Noroeste del monte, talando decenas de pinos que encontraba a su paso, a la vez que los motores hacían explosión.
Las imágenes recogidas por la prensa, en aquella especie de cortafuegos creado al deslizarse el avión ladera abajo, muestra la magnitud del golpe. El «Alhambra de Granada» quedó convertido en un infinito rastro de restos metálicos repartidos por toda la ladera. En cuanto a los 141 pasajeros y 7 tripulantes que viajaban en el avión, solo quedaron múltiples y diminutos restos distribuidos por todo el monte.

09:25h, el Boeing 727 descendía para realizar la maniobra de aterrizaje en el Aeropuerto de Bilbao. De repente, golpeó con su ala izquierda la antena de Euskal Telebista en el Monte Oiz.
En el antiguo Cuartel de Garellano (Bilbao), habilitado como depósito de cadáveres, se informó entonces que tan solo 6 cuerpos estaban «parcialmente completos». Solamente se encontró 1 cadáver sin mutilar, curiosamente el de un difunto que era trasladado en su ataúd a Bilbao en la bodega del avión.
Los investigadores de la época afirman que todo lo que iba en el avión se recuperó, hasta las tarjetas de las carteras de los pasajeros. La única excepción, las maletas que portaba el hermano del Presidente de Aragón, Gómez de las Roces. En ellas, se sospechaba que iban los planos y documentos correspondientes a la Central Nuclear de Lemóniz.
La versión oficial y el informe final del accidente aéreo
Según la investigación oficial, los investigadores determinaron como causas fundamentales del accidente aéreo la excesiva confianza en el sistema de alerta de altitud por parte de los pilotos.
Así mismo, también hubo en cabina una incorrecta interpretación de sus avisos, y posiblemente un error de lectura del altímetro por parte de la tripulación. Además, fue un factor contribuyente la niebla que cubría toda la zona en aquel momento.

Tras el impacto, el Boeing 727 voló fuera de control a lo largo de 1 Km, se invirtió sobre su eje longitudinal y se estrelló contra el terreno.
Tanto el informe oficial como la versión oficial de la tragedia están disponibles en este enlace:
«Oiz, 1985, la Sombra de la Sospecha»
Este es el titulo de un libro escrito por un agente de la Guardia Civil de la Región de Murcia, bajo el pseudónimo de “Antonio Marchal-Sabater”, que presentó en 2016. Lo hizo en el Café Bar “Mister Witt” de Cartagena; una novela titulada “Oiz, 1985, la Sombra de la Sospecha”.
Marchal tenía 52 años en 2016 y una dilatada experiencia profesional en la Guardia Civil, en especialidades como los Servicios de Información, Cuerpo Fiscal, Seguridad Ciudadana o Agrupación de Tráfico. Ha estado destacado en ciudades como Gerona, Bilbao, Alicante y Murcia. Además, fue condecorado con la medalla al Mérito de la Guardia Civil y a la Constancia por servicios relevantes, según la propia Guardia Civil.
La novela de Marchal nos lleva a las tramas y a los atentados de la España de los años 80. Aquella España, camino de la transición hacia la Democracia, muy convulsa políticamente y llena de continuas amenazas de Golpes de Estado, atentados o boicots al Gobierno.
La novela tiene como protagonista a Arturo Ferro, Guardia Civil asignado al CESID que, desde el extranjero, tendrá una misión importantísima. Será el evitar una de las tragedias más grandes que marcarían los años 80. Existen 3 tramas en el libro que pudieron dar origen al que, de haberse confirmado, hubiera sido el atentado más grande del siglo XX en España. Pero, sin embargo, pasó a la historia como un trágico accidente de avión.
Las 3 tramas de la novela: Extrema Derecha, ETA y Yihadismo Islámico
Los sucesos de la novela de Marchal ocurren entre el Otoño de 1984 y el Invierno de 1985. Sin duda, una época muy turbulenta en España.
La PRIMERA TRAMA se basa un hecho real: «La extrema derecha intentó matar a la cúpula del Gobierno en la celebración del Día de las Fuerzas Armadas de 1985, en La Coruña. Pero antes, intentó atentar contra el helicóptero del Rey Juan Carlos, con un misil robado en un arsenal de Cartagena».

¿Y si ETA estaba detrás del derribo? ¿Cuál era la razón para ello? En su día, se recibieron amenazas de bomba contra el vuelo IB610.
La SEGUNDA TRAMA se desarrolla en torno a ETA (Euskadi Ta Askatasuna). Entre 1983 y 1984, el recién estrenado Gobierno de España de Felipe González se reunió varias veces con la cúpula de ETA en Andorra y en Suiza. Sin embargo, existía en ETA un sector más duro (Artapalo, nombre clave que utilizó la dirección de ETA entre 1986 y 1992). Sector que se desvinculó de las negociaciones con el Gobierno Español e inició una escalada sangrienta con el apoyo del incipiente terrorismo islámico.
La TERCERA TRAMA transcurre sobre el terrorismo islámico. Por aquel entonces, estaba liderado por el terrorista “Carlos” o “El Chacal”, ambos seudónimos de Ilich Ramirez Sánchez. Un antiguo guerrillero venezolano y asesino, muy activo entre 1973 y 1985; un personaje real que, entre otras barbaries, voló el tren de alta velocidad París – Marsella.
El accidente del Monte Oiz en «Oiz, 1985: La Sombra de la Sospecha»
La cuestión final es que en Febrero de 1985, un avión que cubría el puente aéreo Madrid – Bilbao se estrelló en las laderas del Monte Oiz, tras haber sido amenazado por ETA. En ese avión, volaban varios políticos autonómicos vascos, algunos empresarios y el Ex – Ministro López Bravo. Ministro que, en días previos, comentó con su familia que veía movimientos raros a su alrededor (había perdido ya el apoyo de los norteamericanos).
A primera hora de la mañana del 19 de Febrero de 1985, día del accidente, todos los periódicos y emisoras de radio validaron la teoría del atentado. Sin embargo, a lo largo de la mañana, cambiaron la versión.

«Antonio Marchal-Sabater», que participó en la investigación del accidente, fue de los primeros Guardias Civiles en llegar al lugar. Así mismo, vio el avión, a los fallecidos y estuvo presente en la recogida de pruebas.
Se concluyó que había sido un accidente. Murieron 148 personas, entre pasajeros y tripulación. Pero una delegación del Mossad (Servicio Secreto de Israel), se llevó, del escenario de la catástrofe, un motor para inspeccionarlo. Ya el Mossad sospechaba que un misil SAM-7 Strela (tierra – aire), de origen ruso, había derribado el B727.
En las laderas del Monte Oiz, la Guardia Civil descubrió un lanzagranadas casero, que bien se podía haber empleado como rampa de lanzamiento de un pequeño misil tipo SAM-7 Strela. Año después, en Noviembre de 1986, se descubrió en el País Vasco Francés el mayor arsenal jamás incautado a ETA y varios misiles SAM-7 Strela.
Uno de los misiles se localizó en un zulo ubicado en Briscous. El otro, fue hallado en otro caserío. Especialmente diseñados para derribar aviones y helicópteros, los Strela contaban con sistema infrarrojo térmico automático para seguir el calor de los motores de los aviones hasta los 4.500 metros de altura. Los podía disparar una sola persona gracias a su peso ligero y dimensiones reducidas.
El escritor y agente de la Guardia Civil, «Antonio Marchal-Sabater», que participó en la investigación del accidente, fue de los primeros Guardias Civiles en llegar al lugar. Así mismo, vio el avión, vio los cuerpos de los fallecidos y estuvo presente en la recogida de pruebas.
¿Por qué ETA la autora del posible derribo del Monte Oiz?
¿Y si ETA estaba detrás del derribo? ¿Cuál era la razón para ello? En su día, se recibieron amenazas de bomba contra el vuelo IB610. Había confidencias no contrastadas sobre la venta de un misil SAM-7 Strela en Brujas (Bélgica), con destino desconocido y dos importantes políticos anularon su viaje en aquel vuelo.

En las laderas del Monte Oiz, la Guardia Civil descubrió un lanzagranadas casero, que bien se podía haber empleado como rampa de lanzamiento de un pequeño misil tipo SAM-7 Strela.
Esas dos personalidades eran Marcos Vizcaya, portavoz del PNV y cofundador de Eusko Alkartasuna y Francisco Fernández Ordoñez, Ministro de Justicia con UCD. Ordoñez, en 1985, sería nombrado además, Ministro de Exteriores con el PSOE. Se hablaba de que el Gobernador Civil de Guipúzcoa llamó a Fernández Ordoñez el día anterior avisándole para que no cogiese el vuelo. El Gobernador mantenía contactos con ETA, a través de una periodista, que luego se supo que era su amante.
«Oiz-85: Atentado», el libro de Santiago Cid Mañuz
Otro de los defensores de esta teoría es Santiago Cid Mañuz, amigo del Comandante Patiño (y piloto). Escribió un libro titulado “Oiz-85: Atentado”.
En el periódico “YA”, una persona con el pseudónimo “Manuel Can”, publicó el 20 de Diciembre de 1987 un artículo en el que se insistía en las dudas sobre la «versión oficial» de la tragedia del Monte Oiz. Se especulaba con la teoría de que el avión podría haber sido derribado por un misil.
Si se reconocía que el accidente fue producido por un atentado terrorista, las víctimas no cobraban indemnización alguna. Cosa que no ocurriría si se aceptaba que la tragedia era producto de un accidente.

Otro de los defensores de esta teoría es Santiago Cid Mañuz, amigo del Comandante Patiño (y piloto). Escribió un libro titulado “Oiz-85: Atentado”.
El artículo de “Manuel Can” añade que, ETA amenazó con hacerlo estallar por los aires el día anterior. El Boeing 727 fue revisado en Barajas durante 30 minutos hasta comprobarse la falsedad de la amenaza. Además, explica que, Policía y Medios de Comunicación, tras el accidente, recibieron comunicados de ETA reivindicando el atentado pero que no se les dio credibilidad. Se entendió que eran anónimos haciéndose pasar por terroristas.
El periodista Alfonso Arteseros (presentador en Intereconomía de «España en la Memoria») perdió a un amigo en la tragedia del Monte Oiz. Arteseros corrobora lo dicho en el libro, el “accidente” fue un atentado de ETA. El periodista relata que un importante político le confirmó el tema y que, durante una visita al museo de la Guardia Civil, le enseñaron un tubo y le dijeron «a ti que te gusta la historia, este fue utilizado para derribar el avión que se estrelló en el Monte Oiz».
El tubo lanzamisiles de ETA y el derribo del «Alhambra de Granada»
El tubo en cuestión, fue requisado en la “Operación Sokoa”, redada antiterrorista contra ETA de Noviembre de 1986, gracias a un chip oculto en unos misiles que lograron conseguir los terroristas. En 2006, otro periodista de investigación, Ismael Medina, escribió en “Vistazo a la prensa” sobre la tragedia del Monte Oiz avalando la tesis de que fue un atentado de ETA:
“La investigación técnica demostró que el “Alhambra de Granada», iba ya en caída libre cuando tropezó con la antena instalada en el Monte Oiz. Una anciana del lugar declaró que vio caer el avión tras una llamarada antes de alcanzar la antena. Uno de los motores se halló a distancia de dicho monte. Aproximadamente a la altura de donde la anciana dijo que entró en caída al tiempo de la llamarada. El motor fue entregado aceleradamente al Mossad para su análisis y nunca se ha sabido más de él.

La investigación técnica demostró que el “Alhambra de Granada», iba ya en caída libre cuando tropezó con la antena instalada en el Monte Oiz. Una anciana del lugar declaró que vio caer el avión tras una llamarada antes de alcanzar la antena.
No se tomó la precaución, como es habitual, de cerrar de inmediato la zona del siniestro a curiosos o interesados, que bien pudieron arramblar con piezas vitales para la investigación. Se ocultó rápidamente que la Guardia Civil encontró un artilugio lanzagranadas en un altozano próximo a la línea habitual de descenso de los aviones con destino a Bilbao.
¿A qué pasajero o pasajeros pretendían los inductores del atentado sellar la boca con la muerte? Es la pregunta clave que a nadie interesó desentrañar. ¿Acaso la de Gregorio López Bravo? Un amigo que conversaba frecuentemente con López Bravo me dijo que en las 2 últimas reuniones lo encontró muy decepcionado ante el desarrollo de los acontecimientos políticos en España y le insinuó que estaba dispuesto a sacar a la luz graves secretos que conocía.
¿Acaso lo sabía alguien importante al que las eventuales revelaciones del Ex Ministro podían afectarle? El periódico «YA» comenzó a publicar unos reportajes sobre el caso en los que se recogían algunos de los datos antes anotados y algunos más. El último no vio la luz. Fue secuestrado y censurado. Así me lo confesó su autor con el que había intercambiado información.»

Solamente se encontró 1 cadáver sin mutilar, curiosamente el de un difunto que era trasladado en su ataúd a Bilbao en la bodega del avión.
La sombra de la catástrofe aérea que persigue a 148 familias
Abandonadas de las manos de las instituciones, casi todas las familias de las víctimas de la catástrofe o atentado, reprochan a Iberia el silencio de aquellos meses. De hecho, emprendieron contra la compañía una campaña de acusaciones en base a su sufrimiento. Acusaron a Iberia de condicionar el pago del seguro de pasaje, 3 millones y medio de pesetas de indemnización, a la renuncia expresa de cualquier otra reclamación.
Los abogados consideran que si se demuestra la existencia de responsabilidades por parte de Iberia en el accidente, los seguros de la aerolínea deberían de pagar indemnizaciones muy superiores. La viuda de un ejecutivo bancario muerto en el Monte Oiz y familiares de otras víctimas, aseguran no haber recibido una sola comunicación de Iberia para informarles de sus derechos a reclamar las indemnizaciones. Ni de interesarse por la situación económica de las familias, ni de comunicarles el desarrollo de las investigaciones o invitarles a que reconociesen y retirasen los objetos de los fallecidos.

El periodista Alfonso Arteseros perdió a un amigo en la tragedia del Monte Oiz. Arteseros corrobora que el “accidente” fue un atentado de ETA.
“Siguen diciéndonos que el accidente fue cosa de la fatalidad, del destino, de la casualidad», comentan. «¿Cómo existen antenas no registradas en los mapas civiles? ¿Cómo Iberia es una compañía tercermundista que por lo visto no tiene en cuenta los antecedentes y aptitudes de sus pilotos y que considera que sus accidentes son cosa del destino? Debe hacerse la investigación, que sepamos cómo funciona Iberia y si hay pilotos que funcionan así. Teníamos la vida por delante y ahora me pregunto si merece la pena vivir”, manifestaron los familiares en su día.
Además, en el avión viajaban diferentes clases sociales, aunque muchos ocupantes fueran ejecutivos y mandos intermedios de empresas y esto siempre dificulta la unión o la comunicación entre distintas familias de los viajeros fallecidos.
El libro de Mikel Lejarza, “El Lobo”: “Yo Confieso: 45 años de espía”
“ETA cometió los atentados del Hotel “Corona de Aragón”, con 83 muertos en 1979 y contra el avión de Iberia en el Monte Oiz, vuelo IB610, con 148 asesinados por un lanzacohetes casero”. Son las palabras (página 119) de Mikel Lejarza Eguia, alias «El Lobo», agente infiltrado del «Servicio Central de Información SECED», en la cúpula político-militar de ETA, por los servicios de inteligencia de España a comienzos de los años 70, narradas en su libro «Yo Confieso: 45 años de espía».
Lejarza llegó a convertirse en uno de los máximos responsables de la infraestructura de ETA (político-militar). Lo hizo gracias a los medios materiales y económicos que los aparatos del Estado le proporcionaban. Facilitó a los etarras pisos repartidos por toda España. Pisos que estaban permanentemente controlados por los servicios secretos. Así es como el Lobo se ganó la confianza de ETA y se convirtió con el tiempo en parte fundamental de la estructura organizativa.

Mikel Lejarza Eguia, alias «El Lobo», agente infiltrado del «Servicio Central de Información SECED», en la cúpula político-militar de ETA.
Y continúa diciendo en su libro: “También me molestó que los etarras no quisieran reconocer en 1985 que el avión estrellado en el Monte Oiz lo derribaron ellos con un lanzacohetes casero. El avión pasaba por allí casi a ras de suelo y en la caja negra, el Comandante más experimentado de todos los de Iberia, decía: “Nos derriban, que nos derriban…!!!!
Para decir esto me baso en los compañeros de servicio que vieron la caja negra y escucharon sus grabaciones. ETA no lo reivindicó. ¿Quién narices lo va a derribar? Entonces no estaban los yihadistas.”
«El Lobo» mantiene que otras catástrofes fueron sendos atentados de ETA
Lejarza nos recuerda que el 12 de Julio de 1979, un devastador incendio arrasó con el Hotel Corona de Aragón, dejando 78 personas fallecidas. Incluso la viuda de Franco y alguno de sus allegados más próximos, casi acaban falleciendo en el hotel ese día. Nunca pudo determinarse la responsabilidad del aquel trágico suceso.
La versión oficial dada fue la del incendio. Era falsa y era obvio. Ya fuese por cuenta propia o por encargo exterior, como el asesinato (20 de Diciembre de 1973) contra Carrero Blanco, ETA escogió el escenario y la fecha con indudable sentido estratégico (militar). Pretendía era acrecentar la “tensión” dentro de las Fuerzas Armadas.
Según Mikel Lejarza y por las informaciones que maneja y que plasma en su libro, por aquel entonces la orden del Gobierno de Suárez no fue otra que mantener públicamente que ETA no tenía nada que ver en estas catástrofes.
Desde ese momento la orden del Gobierno de Adolfo Suárez fue silenciar a toda costa la autoría de ETA sobre estos hechos. El Gobernador Civil de Zaragoza, Francisco Laína, consiguió que no se publicara la llamada de ETA a la prensa de Zaragoza atribuyéndose explícitamente la autoría de tamaña salvajada.
Y precisamente, este Gobierno se encargó también de que no trascendiera, en territorio español, la reivindicación hecha posteriormente por ETA a «Radio Bayona».
Espero que os resulte interesante este artículo, el cual he intentado narrar con el máximo detalle posible, sobre una tragedia que quedará siempre en el recuerdo más trágico. ¿Accidente o atentado? Lo cierto es que, basta con valorar todas las pruebas que acabamos de repasar concienzudamente para inclinarse por una hipótesis u otra. Hasta el próximo vuelo del misterio, amigos…..


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